martes, 30 de mayo de 2017

Y sigo aprendiendo...

Dios, estoy estremecida aún por leer algo tan motivante, asì que quiero contagiarlo.

Llevo dos semanas aquì, es maravilloso sentir la libertad, sentir que mis alas despegan con tantos sueños, con tantas cumbres por alcanzar y darme el lujo de brincar las mas altas con la seguridad de lo que soy, de que no tengo nada mas que mi corazòn expuesto a la vida.

Aprendiendo a amar-me, desde el fondo de mis entrañas, en la calidez completa de mi propio corazòn, que se refleje todo a travès de la sonrisa de mi mirada y mis dientes pelados. Asì como soy yo, sin tener la inseguridad de cumplir las expectativas del mundo.

Aprendiendo a amar-los, a ellos, al mundo inmediato, al cercano y al lejano. Mi familia, mis amigos, mis conocidos, mis desconocidos, los viejos conocidos truncados de la vida: porque me han ayudado a encontrarme a cada paso.

Aprendiendo a buscar-lo, en la lejanìa de mi necesidad y en la cercanìa de mi fe por vivir cada instante, sin esperarlo, sin retarlo, sin cambiarlo, contemplando, siendo feliz sin el.

Aprendiendo a creer-lo, està pasando, mi vida sucede a cada instante, y no se me va de las manos, la abrazo y me ha soltado las mejores palabras al oìdo, me incita a seguir, a enamorarme de cada despertar con la ventana abierta y ese trinar de los pajaros: estàs aquì.

Aprendiendo a ver-me, desde afuera tambièn, en la congruencia de mi ser para ambos lados, por luchar.


Soy jodidamente feliz, con harto trabajo, con fuerza en los pies, con mirada firme y semblante sereno.


Desde CSL

viernes, 5 de mayo de 2017

Victimas de la vida...

Si, hablo de ti, de mi, de todos. En algún momento todos nos hemos dejado vencer por ese tan fácil y romántico estado emocional-mental: quejarnos, llorar de las circunstancias que vivimos en ese momento sin ayudarnos, ni dejarnos ayudar.

Te envuelve seductoramente justo cuando empiezas a desesperarte, cuando empiezas a ver que no será tan fácil o que es más complejo de lo que pensabas, la victimización no conoce de genero, religión, ni clase social. Corcome parejo a quien la abraza.

Aunque no sea una persona que exprese continuamente quejas sobre lo que tengo en situaciones de mi vida, o al menos eso creo, me considero vulnerable a mi perfecta humanidad. Lloro, extraño, me culpo, culpo, me enfurezco, me carcajeo, esa soy yo: Una humana tan igual a todos, pero tan ùnica.

Recièn tratè de aportar una soluciòn a una amiga, que se encontraba en desesperaciòn al borde del llanto, mi propuesta la rechazò en el momento, me hiriò y como Romina que soy, en lugar de decirlo me emputè y la ignorè, pero..... recordè lo que recientemente me pasò, en el que tambièn llorè de desesperaciòn con la diferencia de que nadie me ofreciò ayuda y entonces decidì dejarlo en sus manos, yo habìa cumplido con mi parte y no podìa juzgarla por no tomar mi propuesta, al final era su decisiòn permanecer en la misma situaciòn o no y en breve le segui hablando.

Ironicamente ayer en el coto, con quien iba decidiò dejarme en el bar por una breve discusiòn con su pareja, sin avisarme. Diablos, me hubiera encabronado, pero no. Creo que es suficiente a veces la carga que lleva cada persona, que enojarme por esas cosas ya es un tanto vano, incluso exagerado. Creo que prefiero invertir mi tiempo y preocupaciòn en otras cosas, creo que la vida es eso: dejar de lado todo aquello que no me ayude a crecer.

Obvio claro està, que tomarè mis medidas, que se, que cuando salga con esa persona serà opcional regresarme con ella y no debo considerarlo como una seguridad, y de mi otra amiga, bueno, me sorprendiò, pasados dos dìas reconsiderò la oferta y ha aprendido a no llorar mas de lo que su vida vale (aplausos).