martes, 10 de noviembre de 2015

R de Guerra (III)... Fin

-¿Rodrigo? ¿Que te pasa? ¿Donde estas? ¡Dime! - me dijo Laura preocupada. Nunca la había escuchado así.
- Estoy abajo de tu apartamento. Estoy bien, perdón por molestarte. Será mejor que regrese otro día. Gracias - le dije sintiéndome sumamente estúpido ¿Que carajos estaba haciendo llamándola a esa hora?.
- Ni te atrevas a irte. Sube, aquí te espero - me dijo en un tomo imperativo, me fue gracioso. La imagine diciéndolo y me salio una sonrisa inaudible.
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- Cariño pasa, pasa. ¿Estás bien? dime - Me dijo cariño, nunca sabré porque esta mujer prefiere ocasiones de sexo y no algo mas estable con un chico común.
- Si, no te preocupes- le dije

Me abrazó fuerte y en seguida la estaba desnudando.

Lo hicimos de una forma en la que nunca lo habíamos intentado: lento, suave. No me forcé, ni ella se esforzó; sólo nos nació a ambos ir despacio. Beso a beso, caricia por caricia y la penetración mas cautelosa pero una de las mejores. Tanto que, sin mucho esfuerzo nos corrimos los dos casi al unisono y terminando temblorosos. Como si fuéramos adolescentes nuevamente, como nuestra primera vez.

- Se que mantenemos nuestra distancia. Se que puedes huir después de preguntas intimas. Se que así estás bien o mejor dicho, pensé que así estabas bien. ¿Qué ha pasado? ¿Porque recurriste a mi para hacerlo como si hubiera un vinculo sentimental? - Me quedé perplejo. Era cierto. Le había hecho el amor. Algo andaba mal o bueno, no lo sabía.
- No lo se Lau. Te contaré. Hay una mujer que conocí hace un par de años...- Y así empecé a contarle todo lo que había sucedido con Rafaela. Hasta el día de hoy.

Después de que Rafaela me dijera que no buscaba nada mas conmigo, en lo que yo había llegado a la conclusión de haber sido cazado y desechado: Me desnudó el alma.

Ella había sido una chica usada. Lo se, clasica chica que pudiese querer venganza. Pero no. Es esquizofrenica. 

Poco antes de conocerme había sido dada de alta en el sanatorio en el que estuvo internada por algunos años. El chico que la desechó resultó ser parte de una iniciación de secta estupida, la secuestró y la sometió a un tipo de iniciación. Violada por varios hombres y bebió un brebaje que la dejo desequilibrada... levemente, pero de por vida.
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- Aquella noche la pase genial Rodrigo. Hace tiempo no me había divertido así. Era una chica desconocida que sólo buscaba diversión y ser el alma de la fiesta - Me dijo en tono nostalgico. - Pero me di cuenta que jamas volvería a ser normal. Muchas de mis risas son porque alucino Rodrigo y tuve una alucinación ese día dentro de tu baño. Por eso soy directa, tajante, incluso agresiva: muchas veces pierdo la noción de las cosas. Aunque no es exagerado como pasa con otras personas - 
- Rafaela, no se que decirte - y era cierto ¿que podías decirle a una mujer que no todo el tiempo era ella, y peor aún, ella estaba consciente de eso?
- Nada. Sólo quiero platicarlo, estás tan solo como yo y creo que me entiendes. Se que me entiendes. Estar conscientes de que estamos decidiendo estar solos, satisfaciendo los instintos básicos para entretenernos - Me dijo mientras encendía otro cigarro.
- Tu tienes una justificación, una razón más que válida. Yo sólo ando por ahí sin saber que pasa. Nunca he sentido algo que me motive a quedarme - Estaba siendo lo más honesto, algo que nunca había considerado en mis mas locas fantasías no sexuales.
- Cierto, al final estas mas dañado tu - sonrío ligeramente.
- Al parecer sí. ¿Que hago Rafaela? ¿Que necesito? - quería saber si ella tenía la respuesta. Los esquizofrenicos tienen la verdad en su mente, los cuerdos solo vemos lo que queremos ver y ya.
- Llora y sabras que hacer - me dijo mientras apagaba el cigarrillo y caminaba a la puerta de mi oficina. Sin decir adios, me dejó sólo.

Después en mi soledad lloré, grité, me tiré al suelo, golpee la pared, me azote contra el suelo. Estaba estupidamente iracundo y resentido conmigo, por no saber que pasaba.
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- Así sólo pensé en venir contigo - le decía mientras me miraba fijamente, me gustaba verla atenta a mi con sus ojos medianos pero expresivos. Era de esas mujeres que su mirada transpiraba paz.
- Gracias por considerarme cariño. Siempre que lo necesites mi puerta está abierta- me lo dijo acariciando mi rostro. 
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- ¡Rodrigo! ¡Rodrigo! ¡Rodrigo! - escuchaba una voz a lo lejos.
- Ya, ya, ya estoy despierto Laura - grité.
- Laura Renata para ti querido. Apúrate que nos deja el autobus - me gritó ella. Mi mejor amiga había venido por mí para ir a la excursión del profesor de Química. Renata con R de Guerra, aunque ella prefería ser Laura, porque era tierno.

Si supiera que hasta la sueño, si supiera que estoy enamorado de ella. 

** Todo fue un sueño de Rodrigo, él era un adolescente enamorado de su siempre amiga Laura **

lunes, 9 de noviembre de 2015

R de Guerra (II)

-Bien gracias, ¿estás ocupada? - le dije, aunque ya sabía la respuesta. 
Laura era una mujer hermosa, cabello quebrado, piernas largas y curvilinea de tez apiñonada... pero era introvertida. La había conocido hace un par de meses en un sitio web de una biblioteca, ella era una usuaria como yo: buscando el mismo libro en el foro; y bueno, entre preguntas y respuestas en cuanto me dijo que vivía en la misma ciudad que yo, no dude en invitarla a salir.
Revisando el perfil de registro (al que yo tuve que hacerlo obligadamente para que me pudieran proporcionar la información), me di cuenta que ella era de los usuarios que mas consultaban material, así que creí que sería aburrida. Hermosa y aburrida.

Me equivoqué.

- Sí, estoy en una reunión con un grupo de amigos en un bar del centro. ¿Querías verme? - me dijo tranquilamente. Me encantaba que supiera el juego que teníamos.
- Sí. Puedo esperar a que te desocupes - le dije de inmediato, puesto que quería sacarme  de la cabeza a Rafaela, la Bruja. Al menos por esta noche.
- Pasa por mi entonces como en hora y media, el bar se llama "Birland" - y me dio las señas correspondientes.
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- Que hermosa te ves - le dije una verdad que ella sabía perfectamente.
- Lo sé, gracias. ¿Como te fue con las presentaciones que me habías comentado? - ¡Alarma! se empezaba a interesar en mi trabajo. Vamos Clau, no lo hagas, no me obligues a parar nuestro juego.
- Mas o menos, fue un poco complicado, pero se resolverá bien - le dije como prueba, si seguía interesandose, definitivamente sería nuestra ultima noche.
- Oh, eso espero. Me siento cansada, ¿esta vez podría ser en mi departamento para no tener que despertarme mas temprano? - me dijo directamente. Amaba a esta mujer, bueno, no literalmente. Cumplía con mi berrinche de algo pasajera y enormemente placentero.
- Donde tu gustes preciosa. ¿Quieres que bebamos o comamos algo antes? - me gustaba hacerla de Don Juan, de verdad. Ahora en día la costumbre de ser un caballero se había perdido. Estar en un juego de seducción con una mujer, no necesariamente significaba que se perdiera la bonita intención de ser caballero. Incluso no podía considerar serlo por querer llevarme a una mujer a la cama. Ser caballero implica para mi tratarla como lo que es: un espécimen único y perfecto. No había dos mujeres iguales en ningún aspecto.
- Quisiera una hamburguesa, ¿estás de acuerdo? - esos detalles me hacían agua el corazón, por eso la consideraba tierna: siempre considerando mi opinión; no como la Bruja, egoísta y narcisista.
- Claro. A una buena rebanada de carne jugosa, no se le puede ignorar - le dije entusiasmado. Ella sabía que me encantaban.
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Tiene el trasero más bello que he visto: redondo, firme, con un par de estrías que la hacían real. Verla caminar por el cuarto sin pudor alguno era un deleite para despertar.

- Ya sabes que puedes quedarte cuanto gustes, sólo que espero no llegues tarde a tu trabajo - Me dijo mientras colocaba mis cosas sobe el taburete de forrado de terciopelo verde en el que una ocasión me montó como si nunca me la hubiera cogido.
- Gracias, aún es temprano. Me gusta verte desnuda, permítemelo al menos por media hora mas ¿podrías? - le dije con la cara mas maliciosa que pude. Invitándola claro, a una ultima salvajada antes de irme.

Media hora penetrándola es como un suspiro: ni poco ni mucho tiempo; pero con ganas de mucho más.
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- Dra. Arriaga, no estoy de acuerdo en medir esto. Creo que los datos arrojados podrían ser perjudiciales para la empresa. Proyectaríamos a nuestros clientes inseguridad - Le dije iracundo. ¿Que acaso nos quiere llevar a la ruina? 
- A ver Ingeniero Duarte. A mi no me venga con que es perjudicial algo que es necesario. Usted no quiere contemplarlo porque pone en evidencia la cantidad de producto liberado que no cumple con la normatividad; y aunque el Lic. Cortez lo autorice, no necesariamente tiene que seguir. ¡Hombre! ¡usted debe de cumplir con el objetivo de su área!: Producir con calidad satisfaciendo al Cliente - dijo gritando Rafaela. Lo cierto es que aunque lo oigo fuerte, jamás la he escuchado hablar con paz, lo cual me produjo una idea loca: no la había llevado al éxtasis total y eso se tenía que solucionar.
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Rafaela había sesgado una y otra vez mis intentos de acercarme. Había intentado el papel de Don Juan, de sabelotodo, de abnegado, de prepotente, todos sin ningún resultado y me estaba hartando. Tenía que caer de alguna forma pero ¿cómo?.

Sonó el telefono, la asistente del área había salido ya. Miré el reloj y eran las 05:57 P.M., y pensé que sería un proveedor.

- Ingeniero Duarte, lamento molestarlo. Mañana no podré asistir a la reunión acordada con usted y el Lic. Cortez, de hecho acabo de hablar con el y me dijo que sería perfecto hoy alrededor de las 7:30 P.M., pero necesitaba terminar unos detalles con usted antes de eso: ¿puede recibirme ahorita y vernos con el Lic. Cortez en hora y media? - me dijo educadamente. Raro a mi parece.
- Buena tarde Dra. Arriaga, por mi no hay objeción, me encuentro en la oficina. Aquí la espero -
- Estoy en el elevador, llego en un par de minutos - desgraciada, ya daba por hecho que no me negaría.

Me levanté a abrirle la puerta. Iba impecable, con un vestido verde de tela ligera, un poco oscuro, sin mangas ni tirantes, a la rodilla, sin dibujos y con vuelo. Venía o iría a un evento especial definitivamente.

- Se ve bella Dra. Arriaga, y espero que mi comentario no sea tomado a mal. Lo he dicho en el buen sentido sin ... - no termine de decirle la frase, mientras sentía como me empujaba al escritorio y me besaba frenéticamente.

No entendía. ¿Qué estaba pasando?

- ¿Está loca? - le dije, lo cierto es que por primera vez en mi vida estaba desconcertado por lo que una mujer estaba tratando de hacer al bajar la bragueta de mi pantalón e introduciendo la mano tan rápidamente como podía.
- Cállate. Se que quieres, así que hagamoslo - me dijo susurrandolo al oído. Ya estaba excitado.

La tomé por la cintura me paré y la senté a ella en el escritorio. La agarre del cabello mientras empujaba su cabeza hacia atras y la besaba del cuello al pecho. Le chupaba los pezones mientras con mi otra mano la sujetaba ambas manos: yo la sometería.

- Cógeme duro - me gritaba.

Y recordé que mi asistente siempre dejaba una cambia de ropa de oficina porque en ocasiones por cuestiones de trabajo, se quedaba a dormir en la ciudad y ella vivía en las afueras.

Le rompí el vestido.

Su cara era como si fuese lo que había estado esperando. Quedaron al desnudo sus senos, ella abierta de piernas con unas bragas con transparencias que no eran encaje, pero de un rojo tan sexy que me provocó una erección más dura, si es que se podía.
Le metí los dedos dentro de las bragas mientras ella acariciaba mi miembro caliente. Ella estaba tan mojada que mis dedos resbalaban sin ningun problema hacia dentro de su vagina. Le acariciaba y besaba los senos. 

Ella no paraba de gemir y gritar "más, más... así, así". Esto era mejor que aquella primera vez.

La acosté en el escritorio, con mi cinturón le amarré ambas manos a uno de los extremos. Le levante las piernas y sin escalas metí mi lengua dentro de esa palpitante vagina.
Le recorrí el exterior con mi lengua, jugueteandola. La metía para volverla a sacar. Me pedía que no la sacara pero era mía, y me gustaba tenerla mi merced. Pidiendo por más placer mientras alternaba con mis dedos, su clítoris ya muy hinchado y el jugo dulce de su cuerpo me empapaba la boca, la nariz y un poco mas abajo de la barbilla.

Le metí los dedos, y mientras estimulaba el clítoris estaba a punto de venirse, lo supe por la intensidad de sus gemidos. Los saqué inmediato.

Gritó y se retorció como una bestia iracunda.

La arrastré la cabeza hacia extremo del escritorio hasta que le colgara y le metí mi miembro en la boca. Le entró casi toda. La metía y sacaba a mi ritmo. Me lastimó dos veces, era cuando la dejaba respirar. Despues le di oportunidad de que frotara con sus manos. No se si era su habilidad con ellas y su boca, o lo sensible que estaba de tan excitado, que estaba a punto de correrme. Me alejé rapido.

La paré del escritorio sin desatarla y la puse de espaldas a mi, le abri la piernas y ella recosto su parte superior sobre el escritorio. Era hermoso. Un trasero redondo al que deje caer nalgadas tan fuertes que le quedaron marcadas mis manos en un rojo como el de la tanga. La oía gritar de placer. Después de la cuarta nalgada se la metí toda y la embestí tan duro como pude.

Estaba tan humeda que casi se me salió el miembro en una ocasión. Pero no importaba, ella gritaba que quería mas duro. La levanté de las piernas y seguí... y seguí.

Nos bañamos de éxtasis al mismo tiempo. 
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La ropa de Estela mi asistente, le quedaba perfecto. La veía acercarse mientras fumaba en la ventana.

- No vendrá Cortez. Lo digo para que estés tranquilo - ¿en serio lo había planeado? ¿desde cuando? es una cabrona definitivamente.
- ¿Desde cuando lo planeaste? - le dije sereno.
- Desde que te vi la espalda al entrar a la oficina, y vi ese lunar sin forma en tu nuca - me dijo sonriendo maliciosamente.
- Me desconciertas, de verdad. Lo digo con toda la honestidad que me muerde el orgullo -
- Vamos Rodrigo, ¿en serio creiste que no te recordaba? - soltó una carcajada la muy Bruja. Había caído en su juego. Inmediatamente vinieron a mí aquellas palabras: Me gusta ser yo quien decida cómo se dan las cosas y como las termino.
- Sí. Te creí todo ¿satisfecha? - le dije tan resignadamente como mi ego aplastado, pisoteado como cucaracha logró decir.
- Te lo dije. Debes saber que esta fue una de las mejores. No me resistí a escucharte resignado ya, después de haberte visto de mil formas para tratar de conquistarme. Como un cachorrito perdido sin saber que hacer - Lo dijo sin risas de por medio, mas bien, reflexivamente.
- Estás dañada, pero creo que eso ya te lo han dicho y lo sabes. Me vuelves loco y que seas tan volatil me hace querer más de ti - Le dije sin tapujos, y escuchandome decirlo, entendí que era la sinceridad de mi mismo hablandole.
- Se que estoy dañada, y por eso es divertido. Se que quieres más de mi, pero yo no quiero más de ti. Esto es tu grado de perversión más alta, ya lo probé y es lo único que quería - simplemente me dejó desarmado, y aunque si había un poco de más de perversión, había entendido el punto: fui cazado y desechado. Mi ego estaba roto en mil pedazos.
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- ¿Laura? Perdón, ¿estás despierta? - le dije llorando dentro del carro sobre la calle frente a su apartamento.

sábado, 7 de noviembre de 2015

R de Guerra. (I)

Acostado viendo al techo entre las sabanas azules, cruzado de brazos por detrás de la nuca, solo la escuchaba tararear dentro del baño.

- No sé cómo puede tomarse tanto tiempo para bañar – pensaba, desesperado porque saliera ya de mi casa.

Había pasado una noche como pocas. Rafaela era sumamente divertida, con un atractivo común y había terminado siendo el alma del bar en el que yo era Cliente selecto, ¡en una sola noche!. Un espécimen femenino así, no podía irse de mis garras… pero tampoco significaba que quisiera una relación con ella, sólo la diversión de tenerla en un momento de cama me bastaba, aunque al parecer a ella le daba igual.

- Se que ya quieres que me vaya, pero sinceramente no me importa y quiero que sepas que me tomaré el tiempo que desee para cambiarme; así que si tienes algo que hacer, no te detengas por mí – dijo ella con toda la serenidad del mundo, incluso podía imaginarla con una risa burlona desde dentro del baño.

- Si quiero que te vayas, y no, no tengo otra cosa que hacer, solo quiero que te vayas- dije tranquilamente, pensando en que ella quería jugar rudo y no le daría el gusto de hacerme sentir culpable o negando mi necesidad de sacarla para siempre de mi vida.

- Ya te dije, me tomaré mi tiempo y lamento que te moleste. Me gusta ser yo quien decida cómo se dan las cosas y como las termino – me dijo en un tono crudo.

- ¿Cómo se dan las cosas?- pensé indignadamente. Lo cierto era que yo la había seducido por toda la noche. Me sabía el juego de pies a cabeza con el que caía cada tipo de mujer, en mi cama o en cualquier otra, y el de ella lo siguió de principio a fin. Obviamente se quería hacer la interesante.

- Querida Rafaela, yo te seduje. Tu solo pusiste en juego la ignorancia para poder ser seducida –le dije, pero esta vez el de la risa burlona era yo.

- Querido Rodrigo, tu caíste ¿o acaso crees que yo no puedo cazar hombres como tu lo haces con las mujeres? Creo que tu ego te nubla los ojos. Sería mejor que agradezcas que me haya fijado en ti, te digo: desde kilómetros de distancia hueles a desesperación por compañía- dijo aún más crudo, si es que ese tono existía.

Y sinceramente no estaba entendiendo absolutamente nada. Ella salió del baño ya cambiada, con una ropa distinta a la noche anterior. Sabía que dormiría en una cama extraña. Y esa sonrisa pícara. Cogió sus cosas sin decir nada, sin verme incluso. Y se fue.
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Pasaron un par de años.

-Rodrigo necesito la presentación para mañana y es prioridad. Vendrá la asesora para los indicadores que hemos pensado. Costó mucho traerla y quiero que todo esté listo, de esto pende que sigas en la empresa- me decía mi jefe tan bonachón como siempre.

Desde hace un par de meses me había ascendido a Jefe de Calidad. Después de haber luchado por ese puesto en una empresa en la que todos tenían más experiencia que yo, me hice sumiso a las exigencias de mi jefe, lo cual me lo recriminaba; aunque lo cierto era que esas exigencias eran esporádicas.

Yo tenía tres leyes para las mujeres: No en el trabajo, No a una cita real a menos que quisiera algo estable y eso sería a los casi 40; y No a mujeres muy inteligentes. Las exitosas cuando se enamoran y quieren hijos, lo dejan todo. Yo como hombre en crecimiento no les podía hacer eso. El mundo necesitaba más mujeres capaces de ir contra la corriente, a parte se divertían muy poco.

Pero la vi… otra vez.

- Licenciado Cortez, la presentación me quedó ¡buenísima! Coloqué unas proyecciones a un año en caso de que siguiéramos con la mecánica de mejora continua – le dije, para que se le calmará el nervio. Al parecer la asesora era un erudito en indicadores. Eso me tranquilizaba ¿Qué mujer podría estar tan interesada en desarrollar su intelecto? Las no agraciadas físicamente, y aunque eran tiernas, mi interés era ir por las más llamativas.

Tocaron la puerta.

- Buen día Srita. Arriaga - dijo mi jefe en el tono más abnegado que jamás le había escuchado. Mientras yo checaba unos detalles en la presentación. Escuché los tacones, fuertes e imponentes.
- Buen día a los dos, es un gusto conocerles por fin – ¡pero que voz la de ella!, definitivamente no pasa inadvertida. Tuve que mirarla. Y… ¿Rafaela?

- Buen día Srita. Arriaga- dije casi quedándome mudo. Después de dos años volví a ver a esa mujer y con mi instinto de macho trabajando a todo motor, vinieron a mí los recuerdos de esa noche. No pude evitarlo: verla tan propia, tan femenina y saber que debajo de toda esa apariencia había visto a la que es en la cama, griton, flexible, deshinibida y simplemente me excité. Tuve que sentarme.

- Él es el Ingeniero Duarte, sé que no ha tenido contacto con el, pero es el Jefe de Calidad y quien estará facilitándole todo lo que necesite – dijo mi jefe. Estaba a punto de decirle que ya nos conocíamos, pero ella paró mi comentario con el suyo.

- Oh, bueno, entonces adelante. Ingeniero Duarte, me apena mucho pero su rostro me es familiar, tal vez estoy alucinando o tal vez lo confundo con alguna otra persona de otra empresa en la que me encuentro trabajando por el momento - Dijo ella, desconcertada. No me recordaba del todo. Y su rostro incrédulo me lo confirmaba.

- Tengo parecido a muchos, no se preocupe - le dije, aunque no sé qué dije. Pero fue lo primero que me salió de la boca.

Empecé con la presentación. Ella tenía los ojos puestos en mí, sin parpadear. Fijos y penetrantes. Me sentía intimidado y no podía creerlo de mí: estaba intimidado por una mujer con la que sólo había pasado una noche hace un par de años.

- Discrepo de los indicadores que me han presentado. Pero solo del 75% - dijo ella mientras hacía anotaciones en su iPad. ¿Cómo se atreve a tirar mi esfuerzo de dos meses en una sola presentación? ¡Bruja!.

- Como bien saben manejo otras empresas, y ustedes me aceptaron con la condición de que se acoplarían a mis horarios actuales. El lunes quiero darme una vuelta por la empresa, y a partir del martes quiero una reunión con cada área. Una reunión de dos horas por día a las 9 de la mañana. ¿Les parece? - dijo revisando su agenda electrónica y haciendo anotaciones.

- Por mi ningún problema. ¿Puedo tutearla? - dijo mi jefe bonachón y evidentemente rabo verde. Y si la quería, la conseguiría. Él las consigue con dinero, es su ventaja. Esa bruja se merecía uno como él.

- Lo lamento Licenciado Castro. Soy de la vieja escuela. Creo que cuando uno cede al tuteo, el trato laboral empieza a ser condescendiente y mi trabajo aquí es ser autoritaria; debido a las ideas que muy probablemente usted me va a pelear. Eso mi estimado Licenciado Cortez, no es bueno ni para mi trabajo, ni para el suyo - wow. Sigue siendo tan fiera como cuando la conocí.

- Lo siento Srita Arriaga - dijo mi jefe con la cola entre las patas.

- Dra. Arriaga si no le molesta, Licenciado Cortez- dijo ella. Me pregunto ¿siempre me sorprenderán sus comentarios tan arrebatadoramente tajantes y prepotentes?

Se despidió de apretón de manos, siempre con la vista en los ojos de la gente. Es encantadora, una bruja encantadora.
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El lunes la vi. Iba en jeans ajustados, camiseta negra de los Rolling Stones, saco amarillo y unas zapatillas color café, creo que las mujeres le dicen nude.

Empezamos el recorrido. Ella con esa sonrisa insaciablemente picara, saludaba a todo el personal, en tono fuerte. La observaba ensimismado, yo solo la acompañaba en el tour. Los empleados eran los interrogados y admito que hacía preguntas clave para conocer la empresa.

Llegamos a mi oficina.

- Ingeniero Duarte, creo que usted debió prestar atención a las respuestas de sus empleados en lugar de comerme con la mirada a cada oportunidad. Le ruego se controle con sus instintos, de lo contrario me veré obligada a retirarme del proyecto - me dijo la muy Bruja. Al parecer no se le va una, y para colmo es directa.

- Le ofrezco mi disculpa Dra. Arriaga, y no podría arriesgarme a perderla del proyecto. Estaré controlado - mientras se lo decía, no me lo creía. ¿Podré controlarme?

- Perfecto. Una cosa más: usted no es apto para este puesto, eso se ve desde primera instancia; y lamento decirle que le haré la vida un poco complicada si no cumple mis exigencias laborales - ¿Cuando dejará de ser tan odiosa y sexy? Pero definitivamente, esta mujer cree que facilmente voy a ceder y creer que no me merezco el puesto. Patrañas.

- Si ocupo el puesto es por que mi jefe me cree apto, y es lo que me importa a mi. Al final usted solo es una asesora y con todo respeto, trabaja para nosotros. Yo la auxilio pero al final se hará lo que yo crea conveniente para la empresa - le dije tan orgulloso de mi argumento.

- Mi trabajo es hacer que las empresas se conozcan y crezcan. No trabajo para usted, trabajo para mi y si su ineptitud sabotea mi trabajo aquí, no cedere hasta correrlo de aquí - ¿Acaso tomó un curso de perras en guerra?

- Ya veremos Dra. Arriaga, pero lo primero es lo primero. ¿De que forma quiere empezar? - Y así empezó una reunión de tres horas, entre propuestas de indicadores, estrategias y borradores.
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- Raul, una cerveza helada, de aquellas que congelan las ideas - le dije al barman del bar Heaven en el que era Cliente. No podía dejar de pensar en Rafaela, tan... tan... de hecho me di cuenta que no tendría que estar pensando en ella así que marqué a una amiga.

- ¿Laura? - pregunte en cuanto descolgaron la bocina

- Sí, ¿cómo estás Rodrigo? - dijo con la voz suave que me encantaba escuchar siempre que necesitaba desprenderme de cosas, era la amante mas tierna que tenía...

martes, 3 de noviembre de 2015

2

Ya dos años y mis preguntas van vueltas locas de un lugar a otro, lo más sorprendente es que aún conservo lágrimas con dedicatoria a tu ausencia, pero ya sin que astillen desde el estomago hasta la lengua.
Aún callo dignamente mi melancolía, como si fuera valiente esperar tu llamada.

Ya no lo he intentado, ni tengo intenciones de volver a hacerlo; porque has dejado un miedo en mis interacciones locas de romanticismo. Tengo tanto miedo, desconfío 

Y si, aún te amo.

¿Me habrás olvidado?
¿Te habrás acordado de la fecha?
¿Ya no sonríes cuando me piensas?
¿Me amaste?
¿Te arrepientes de lo que fuimos?
¿Te arrepientes de haberte ido?
¿Regresarás?
¿Hablaras de mi?
¿Te habrás dado cuenta de lo que salió mal?
¿Aún me considerarás?
¿Recordaras nuestras canciones?
¿Aún sentirás en viva piel el encuentro en la terminal?
¿Seguirás pensando que el que pide perdón primero pierde?
¿Aún sigo siendo la mala de la historia?
¿Aún me ves?