sábado, 7 de noviembre de 2015

R de Guerra. (I)

Acostado viendo al techo entre las sabanas azules, cruzado de brazos por detrás de la nuca, solo la escuchaba tararear dentro del baño.

- No sé cómo puede tomarse tanto tiempo para bañar – pensaba, desesperado porque saliera ya de mi casa.

Había pasado una noche como pocas. Rafaela era sumamente divertida, con un atractivo común y había terminado siendo el alma del bar en el que yo era Cliente selecto, ¡en una sola noche!. Un espécimen femenino así, no podía irse de mis garras… pero tampoco significaba que quisiera una relación con ella, sólo la diversión de tenerla en un momento de cama me bastaba, aunque al parecer a ella le daba igual.

- Se que ya quieres que me vaya, pero sinceramente no me importa y quiero que sepas que me tomaré el tiempo que desee para cambiarme; así que si tienes algo que hacer, no te detengas por mí – dijo ella con toda la serenidad del mundo, incluso podía imaginarla con una risa burlona desde dentro del baño.

- Si quiero que te vayas, y no, no tengo otra cosa que hacer, solo quiero que te vayas- dije tranquilamente, pensando en que ella quería jugar rudo y no le daría el gusto de hacerme sentir culpable o negando mi necesidad de sacarla para siempre de mi vida.

- Ya te dije, me tomaré mi tiempo y lamento que te moleste. Me gusta ser yo quien decida cómo se dan las cosas y como las termino – me dijo en un tono crudo.

- ¿Cómo se dan las cosas?- pensé indignadamente. Lo cierto era que yo la había seducido por toda la noche. Me sabía el juego de pies a cabeza con el que caía cada tipo de mujer, en mi cama o en cualquier otra, y el de ella lo siguió de principio a fin. Obviamente se quería hacer la interesante.

- Querida Rafaela, yo te seduje. Tu solo pusiste en juego la ignorancia para poder ser seducida –le dije, pero esta vez el de la risa burlona era yo.

- Querido Rodrigo, tu caíste ¿o acaso crees que yo no puedo cazar hombres como tu lo haces con las mujeres? Creo que tu ego te nubla los ojos. Sería mejor que agradezcas que me haya fijado en ti, te digo: desde kilómetros de distancia hueles a desesperación por compañía- dijo aún más crudo, si es que ese tono existía.

Y sinceramente no estaba entendiendo absolutamente nada. Ella salió del baño ya cambiada, con una ropa distinta a la noche anterior. Sabía que dormiría en una cama extraña. Y esa sonrisa pícara. Cogió sus cosas sin decir nada, sin verme incluso. Y se fue.
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Pasaron un par de años.

-Rodrigo necesito la presentación para mañana y es prioridad. Vendrá la asesora para los indicadores que hemos pensado. Costó mucho traerla y quiero que todo esté listo, de esto pende que sigas en la empresa- me decía mi jefe tan bonachón como siempre.

Desde hace un par de meses me había ascendido a Jefe de Calidad. Después de haber luchado por ese puesto en una empresa en la que todos tenían más experiencia que yo, me hice sumiso a las exigencias de mi jefe, lo cual me lo recriminaba; aunque lo cierto era que esas exigencias eran esporádicas.

Yo tenía tres leyes para las mujeres: No en el trabajo, No a una cita real a menos que quisiera algo estable y eso sería a los casi 40; y No a mujeres muy inteligentes. Las exitosas cuando se enamoran y quieren hijos, lo dejan todo. Yo como hombre en crecimiento no les podía hacer eso. El mundo necesitaba más mujeres capaces de ir contra la corriente, a parte se divertían muy poco.

Pero la vi… otra vez.

- Licenciado Cortez, la presentación me quedó ¡buenísima! Coloqué unas proyecciones a un año en caso de que siguiéramos con la mecánica de mejora continua – le dije, para que se le calmará el nervio. Al parecer la asesora era un erudito en indicadores. Eso me tranquilizaba ¿Qué mujer podría estar tan interesada en desarrollar su intelecto? Las no agraciadas físicamente, y aunque eran tiernas, mi interés era ir por las más llamativas.

Tocaron la puerta.

- Buen día Srita. Arriaga - dijo mi jefe en el tono más abnegado que jamás le había escuchado. Mientras yo checaba unos detalles en la presentación. Escuché los tacones, fuertes e imponentes.
- Buen día a los dos, es un gusto conocerles por fin – ¡pero que voz la de ella!, definitivamente no pasa inadvertida. Tuve que mirarla. Y… ¿Rafaela?

- Buen día Srita. Arriaga- dije casi quedándome mudo. Después de dos años volví a ver a esa mujer y con mi instinto de macho trabajando a todo motor, vinieron a mí los recuerdos de esa noche. No pude evitarlo: verla tan propia, tan femenina y saber que debajo de toda esa apariencia había visto a la que es en la cama, griton, flexible, deshinibida y simplemente me excité. Tuve que sentarme.

- Él es el Ingeniero Duarte, sé que no ha tenido contacto con el, pero es el Jefe de Calidad y quien estará facilitándole todo lo que necesite – dijo mi jefe. Estaba a punto de decirle que ya nos conocíamos, pero ella paró mi comentario con el suyo.

- Oh, bueno, entonces adelante. Ingeniero Duarte, me apena mucho pero su rostro me es familiar, tal vez estoy alucinando o tal vez lo confundo con alguna otra persona de otra empresa en la que me encuentro trabajando por el momento - Dijo ella, desconcertada. No me recordaba del todo. Y su rostro incrédulo me lo confirmaba.

- Tengo parecido a muchos, no se preocupe - le dije, aunque no sé qué dije. Pero fue lo primero que me salió de la boca.

Empecé con la presentación. Ella tenía los ojos puestos en mí, sin parpadear. Fijos y penetrantes. Me sentía intimidado y no podía creerlo de mí: estaba intimidado por una mujer con la que sólo había pasado una noche hace un par de años.

- Discrepo de los indicadores que me han presentado. Pero solo del 75% - dijo ella mientras hacía anotaciones en su iPad. ¿Cómo se atreve a tirar mi esfuerzo de dos meses en una sola presentación? ¡Bruja!.

- Como bien saben manejo otras empresas, y ustedes me aceptaron con la condición de que se acoplarían a mis horarios actuales. El lunes quiero darme una vuelta por la empresa, y a partir del martes quiero una reunión con cada área. Una reunión de dos horas por día a las 9 de la mañana. ¿Les parece? - dijo revisando su agenda electrónica y haciendo anotaciones.

- Por mi ningún problema. ¿Puedo tutearla? - dijo mi jefe bonachón y evidentemente rabo verde. Y si la quería, la conseguiría. Él las consigue con dinero, es su ventaja. Esa bruja se merecía uno como él.

- Lo lamento Licenciado Castro. Soy de la vieja escuela. Creo que cuando uno cede al tuteo, el trato laboral empieza a ser condescendiente y mi trabajo aquí es ser autoritaria; debido a las ideas que muy probablemente usted me va a pelear. Eso mi estimado Licenciado Cortez, no es bueno ni para mi trabajo, ni para el suyo - wow. Sigue siendo tan fiera como cuando la conocí.

- Lo siento Srita Arriaga - dijo mi jefe con la cola entre las patas.

- Dra. Arriaga si no le molesta, Licenciado Cortez- dijo ella. Me pregunto ¿siempre me sorprenderán sus comentarios tan arrebatadoramente tajantes y prepotentes?

Se despidió de apretón de manos, siempre con la vista en los ojos de la gente. Es encantadora, una bruja encantadora.
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El lunes la vi. Iba en jeans ajustados, camiseta negra de los Rolling Stones, saco amarillo y unas zapatillas color café, creo que las mujeres le dicen nude.

Empezamos el recorrido. Ella con esa sonrisa insaciablemente picara, saludaba a todo el personal, en tono fuerte. La observaba ensimismado, yo solo la acompañaba en el tour. Los empleados eran los interrogados y admito que hacía preguntas clave para conocer la empresa.

Llegamos a mi oficina.

- Ingeniero Duarte, creo que usted debió prestar atención a las respuestas de sus empleados en lugar de comerme con la mirada a cada oportunidad. Le ruego se controle con sus instintos, de lo contrario me veré obligada a retirarme del proyecto - me dijo la muy Bruja. Al parecer no se le va una, y para colmo es directa.

- Le ofrezco mi disculpa Dra. Arriaga, y no podría arriesgarme a perderla del proyecto. Estaré controlado - mientras se lo decía, no me lo creía. ¿Podré controlarme?

- Perfecto. Una cosa más: usted no es apto para este puesto, eso se ve desde primera instancia; y lamento decirle que le haré la vida un poco complicada si no cumple mis exigencias laborales - ¿Cuando dejará de ser tan odiosa y sexy? Pero definitivamente, esta mujer cree que facilmente voy a ceder y creer que no me merezco el puesto. Patrañas.

- Si ocupo el puesto es por que mi jefe me cree apto, y es lo que me importa a mi. Al final usted solo es una asesora y con todo respeto, trabaja para nosotros. Yo la auxilio pero al final se hará lo que yo crea conveniente para la empresa - le dije tan orgulloso de mi argumento.

- Mi trabajo es hacer que las empresas se conozcan y crezcan. No trabajo para usted, trabajo para mi y si su ineptitud sabotea mi trabajo aquí, no cedere hasta correrlo de aquí - ¿Acaso tomó un curso de perras en guerra?

- Ya veremos Dra. Arriaga, pero lo primero es lo primero. ¿De que forma quiere empezar? - Y así empezó una reunión de tres horas, entre propuestas de indicadores, estrategias y borradores.
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- Raul, una cerveza helada, de aquellas que congelan las ideas - le dije al barman del bar Heaven en el que era Cliente. No podía dejar de pensar en Rafaela, tan... tan... de hecho me di cuenta que no tendría que estar pensando en ella así que marqué a una amiga.

- ¿Laura? - pregunte en cuanto descolgaron la bocina

- Sí, ¿cómo estás Rodrigo? - dijo con la voz suave que me encantaba escuchar siempre que necesitaba desprenderme de cosas, era la amante mas tierna que tenía...

1 comentario:

Miss Haner dijo...

Una palabra: interesante. Aunque hay mucho de ti en Rodrigo