sábado, 6 de enero de 2018

Sabor a melao (novela corta)

Terriblemente había permanecido sentada, casi toda la noche sin bailar; en ese momento me recriminé por decidir ir sola a un lugar de baile para "aventurarme", puesto que todo estaba resultando aburrido.

Sólo oía canción, tras canción, sin ninguna invitación de un extraño.

Tras seis mojitos, mi dignidad harta y con mis pies fúricos por no usarlos, escuché esa canción que me encanta: 


"Sabor pa' toa las mujeres
Que con mi salsa se mueven
Sabor pa' toa las mujeres
Que con mi salsa se mueven"


Y me dije, si dice todas las mujeres, es que definitivamente tengo que bailarla. Me paré (ebria) con mi vestido negro, mis zapatos de baile color nude, mi cabello al hombro, y comencé a bailar sola, a un lado de mi mesa.

Aún no supe que me estaba moviendo, pero lo estaba disfrutando, bailar sola sin importarme nada, tal vez eran los mojitos que me habían contagiado de fiesta en el alma, pero me sentía feliz, bailar me hace feliz.

El me estaba mirando.

Lo cierto es que no me había percatado hasta que posé mi mirada alrededor mío, y para suerte mía pocos me miraban, pero él, él esbozaba una sonrisa de complicidad mientras me miraba, y ¿mi instinto?, bueno yo sólo atiné a sonreir también.

Después de dos canciones más, me senté, sorbí más mojito, revisé las notificaciones en mi celular, aún a sabiendas que no tendría algún mensaje interesante que me hiciera sentir calidez en el corazón.

Cuando alcé la mirada, el desde su mesa, estaba levantando su copa de whisky a forma de brindis y diciendo con labios mudos "por mujeres como tú".

Me sonrojé.

Jamás me había sucedido algo así ¿había sido mi liberación frenética?, no, había sido mi seguridad, mi satisfacción por sólo "ser" sin importarme nada. Le contesté con mi mojito alzado y un gracias. El siguió charlando con las personas de su mesa, y yo lo observé, definitivamente no era guapo, ni el tipo de chico que me interesa comunmente, de hecho me sonrojé al pensar que era el tipo de chico que jamás se fijaría en mi: seguro, divertido, cazador, de esos chicos que disfrutan cortejar y vivir.

En seguida, el mesero estaba trayendo un mojito a cuenta de Él, y una servilleta con su número de celular, en seguida escribí algo tome el mojito, pagué la cuenta y ya fuera del lugar le observé como leía la servilleta:

"Gracias por el bonito recuerdo"

Él sonrió, sin más tomé un taxi y me fui.

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